El Museo Nacional de Agricultura
fue creado por acuerdo del HCU, conforme al Acuerdo No.4 de la sesión Nº 239,
realizada el 21 de septiembre de 1987.
Efraím Hernández Xolocotzi como
jefe del Departamento de Preparatoria Agrícola de la ENA, en 1973 promueve la
idea para crear un museo agrícola en Chapingo y propone que los viajes de
estudio sean aprovechados para colectar objetos, instrumentos, ejemplares de
herbario y otros. No fue hasta el 21 de septiembre de 1987, que fue creado el
Museo Nacional de Agricultura por acuerdo del HCU (Chapingo, 2010).
De acuerdo a Chapingo (2010) el MNA da cobertura
institucional a un conjunto de tareas académicas vinculadas con la
investigación y el rescate del conocimiento relativo al desarrollo histórico de
la ciencia y tecnología agrícola de México, la educación agrícola, la sociedad
y economía rural nacionales, así como de la divulgación de ese conocimiento a través
de formatos y diseños museográficos.
Entre
uno de los principales atractivos del MNA se encuentra la Capilla Riveriana.
CAPILLA
RIVERIANA.
Los
frescos de Diego Rivera en la capilla de Chapingo son el producto de un
movimiento muralista que en la década de los veinte nació con la Revolución
Mexicana. Este movimiento fue protagonizado también por José Clemente Orozco y
David Alfaro Siqueiros. Ellos recibieron comisiones, por el entonces secretario
de Educación Pública, José Vasconcelos, para decorar edificios públicos con
temas que tuvieran que ver con la Revolución y la historia precolonial de
México.
Atendiendo Diego R. a
una invitación del Director de la Escuela Nacional de Agricultura, Marte R. Gómez,
inició por pintar murales en el patio de entrada, las escaleras y el primer
piso del edificio principal de la universidad, para posteriormente seguir con
la decoración de la capilla, la cual inició en 1924 y terminó el día primero de
octubre de 1927.
La capilla
representa en un primer plano de ideas, la evolución de la naturaleza
(biológica), plasmada en el muro oriente. En un segundo plano, Diego representó
la transformación de la sociedad, por efecto de la lucha revolucionaria
(desarrollo histórico - social), en el muro occidental, relacionando ambos
planos, ambas temáticas, entre sí. Esta obra mural alcanza una superficie de
700 metros cuadrados, con un lenguaje sencillo y penetrante, pleno de armonía y
calidad estética; expresa la larga tradición de lucha del campesinado mexicano,
es una visión estética del materialismo como concepción del mundo y de la
historia; en ella se concibe al hombre como transformador de la naturaleza y,
simultáneamente, vincula el desarrollo natural con el progreso social.